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Américo Vespucio (Florencia, 1454) era un comerciante y explorador italiano que pasó a la historia por participar en el descubrimiento del Nuevo Mundo e inspirar el nombre con el que se conoce desde 1507 al continente: América.

Aunque archivos históricos de la época demuestran que no fue muy dado a las letras, poco se conoce de su pasado más antiguo. Creció muy ligado a su tío, Guido Antonio Vespucio, al que, con 23 años, acompañó a Francia. Ejerció de su secretario durante dos años, hasta 1480, lo que le permitió codearse con la clase alta francesa y la comunidad diplomática allí afincada. Los rumores apuntan a que en París pudo haber conocido a Bartolomé Colón, que acudió a la corte de Luis XI en busca de financiación para costear la expedición de su hermano, Cristóbal.

Por motivos familiares, como la muerte de su padre, Américo tuvo que vivir hasta 1491 en Italia, donde pudo servir a la rama Popolano de la familia Médici y conocer a grandes referentes culturales de la época. Por aquel entonces, uno de los negocios que Popolano mantenía en la Península Ibérica comenzó a dar malos resultados. En 1492, acordó mandar a Américo a Sevilla para vender, si hacía falta, el negocio. Sevilla era el punto comercial más importante de la corona de Castilla en esas fechas.

En esa misión, Américo conoció a Berardi, uno de los comerciantes más poderosos de Andalucía. En esa época, los negocios de Berardi estaban centrados en el descubrimiento de nuevas rutas comerciales y marítimas. Entre ellas, la que conectaba el viejo continente con el Nuevo Mundo.
A los pocos años, estas rutas se normalizaron y tanto Berardi como Vespucio firmaron un acuerdo con Bartolomé Colón con el objetivo de aumentar la capacidad y velocidad de tránsito. En 1496, con la muerte de Berardi, Américo Vespucio quedó como albacea de su herencia. Ese mismo año, Colón decidió romper las relaciones comerciales con Vespucio.

La presencia real de Américo Vespucio en alguna de las expediciones al Nuevo Mundo ha albergado siempre dudas. Sin embargo, el testimonio de sus dos cartas impresas despejó algunas de las incógnitas. De hecho, la primera de estas dos cartas, titulada Mundus Novus¸ relata su viaje desde Lisboa hasta el incierto territorio que hoy comprende desde Venezuela hasta Brasil.

A las dos cartas impresas se sumaron una serie de cartas familiares o personales publicadas siglos más tarde. Su contenido fue revisado y puesto en duda por las semejanzas que guardaba con el relato de Colón y las numerosas ocasiones en que restaba mérito a la expedición del genovés.
Sea cual sea el relato certero, la versión más extendida es la de que Américo Vespucio participó en dos o tres viajes al Nuevo Mundo, bajo expediciones tanto portuguesas como castellanas.

Viajó bajo las órdenes de los españoles Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa, siguiendo el rumbo trazado por una de las expediciones colombinas. Por una orden que impedía a los extranjeros viajar en expediciones españolas, Vespucio buscó enrolarse en una de las portuguesas. Así consiguió viajar con Gonzalo Coelho a Brasil. No obstante, no se sabe si repitió con bandera portuguesa bajo el mando de Fernando Noronha.
De lo que sí se guarda constancia es de que, al volver a Sevilla, Américo fue requerido por la Corte española. Junto a Vicente Yáñez Pinzón, Américo Vespucio fue nombrado capitán de expedición. Para poder hacerlo sin quebrantar la orden, la Corte otorgó a Vespucio la carta de naturaleza con la que se le consideraba castellano de pleno derecho.

La expedición a la islas de la Especiería (islas Molucas) se frustró y Vespucio permaneció unos años trabajando en la Casa de Contratación. En 1508 fue nombrado primer piloto mayor de la casa, un puesto que le impidió seguir navegando, pero que le permitió formar a futuros pilotos en los retos que implicaba el periplo hacia América. En esa condición permaneció hasta su muerte, en febrero de 1512.

Américo Vespucio no tuvo una trayectoria especialmente sonada. Sus dos cartas impresas sirvieron para hacerse un nombre, pero su figura se recuerda por un capricho del destino. Una de sus cartas privadas había caído en manos de Renato II, duque de Lorena, en 1506. En esa carta aparecía un mapa que trataba de representar las tierras ignotas recién descubiertas. Ese texto se popularizó y se tradujo al latín para su difusión. El libro final, elaborado por Rigmann y Waldseemüller, recogía en Cosmographiae introductio este fragmento: “Más ahora que esas partes del mundo (Europa, Asia, África) han sido ampliamente exploradas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vesputio (como se verá por lo que sigue), no veo razón para que no se le llame América, es decir, la tierra de Américo.”

Y así es como, a través de la difusión de un mapa, a partir de 1507, comenzó a conocerse el Nuevo Mundo como América.