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El estilo neoárabe surgió como una fascinación por los grandes monumentos de la arquitectura islámica en España, como la Alhambra de Granada, la Giralda de Sevilla y la Mezquita de Córdoba. Este estilo se caracterizó por su uso de elementos ornamentales y formas que evocaban la grandeza oriental. Su influencia no solo se limitó a España, sino que también se extendió a Hispanoamérica, donde dejó una huella duradera en la arquitectura.
Uno de los primeros ejemplos fue el Kiosco de Santa María de la Ribera de México, presentado en la Exposición Mundial de Nueva Orleans (1884), que destacó como uno de los más representativos del neoárabe en el continente americano, consolidando la relación entre la estética oriental y la arquitectura moderna.
Este fenómeno es un claro reflejo de los lazos profundos que unen a España e Hispanoamérica, mucho más allá de lo que comúnmente pensamos. La influencia española en la arquitectura de Hispanoamérica no solo es evidente en monumentos y estructuras, sino también en la manera en que las tradiciones arquitectónicas españolas han inspirado y dejado una marca en los diseños de edificios en todo el continente.
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